Existen muchísimos platillos importantes en la gastronomía mexicana, pero hay uno que ha conquistado paladares a nivel mundial: El Mole mexicano. Con su complejidad de sabores y rica historia, es un verdadero símbolo culinario.
El origen de la palabra Mole proviene del náhuatl “Mulli”, que significa potaje o mezcla. En la época prehispánica, los aztecas ya preparaban mezclas base de chiles, jitomate, cacao y especias, conocidas como “mullis”. Se cuenta que estos primeros “mullis” eran ofrendas privilegiadas para los dioses, y solo ciertas personas tenían el honor de consumirlos.
Con el paso del tiempo y la llegada de nuevos ingredientes durante la Colonia, la receta del Mole fue evolucionando. Se incorporaron sabores dulces como el chocolate, almendras, plátano y azúcar, además de piezas de guajolote (pavo) para servirlo como un platillo principal y distinguido. Actualmente, el Mole mexicano se disfruta con todo tipo de carnes, desde el tradicional guajolote hasta pollo y cerdo.
El Mole es común en días festivos y celebraciones tradicionales, donde en muchas regiones su preparación se considera un verdadero ritual. Sin embargo, su versatilidad permite disfrutarlo también en la vida cotidiana. A través de los años, el Mole ha pasado por una gran variedad de transformaciones que dependen de la región, dando lugar a un sinfín de olores, colores y, sobre todo, sabores únicos.
No existe un Mole único. Su identidad cambia según el lugar y las costumbres con las que se prepara. Oaxaca, conocida como “la tierra de los siete moles”, es el mejor ejemplo de esta diversidad.
La identidad mexicana se mantiene viva a través de sus
Actualmente existen siete moles oaxaqueños: el negro, rojo, amarillo, verde, coloradito, estofado y chichilo. Además Con la receta base del Mole, se pueden preparar diferentes platillos tradicionales como tamales de mole, enmoladas, enchiladas con pollo, mole tapatía, mole poblado, cazuelas de camarón con mole, etc.
Un ejemplo de ello es el Mole Negro, el cual comúnmente conocido como el “Rey de los Moles”, al ser el más complejo. Tiene el proceso de preparación más largo y una extensa cantidad de ingredientes. Es el Mole predilecto para celebraciones importantes como bodas, fiestas familiares y, especialmente, el Día de Muertos.
Definitivamente, el Mole mexicano es uno de los pilares de nuestra gastronomía. Su rica historia y la variedad de sus sabores nos invitan a amarlo aún más.
¡No esperes más y degusta un buen Mole! Acompáñalo con arroz blanco y un buen mezcal para una experiencia 100% mexicana.
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